5 jun 2017

EL TRIENIO LIBERAL (y V)

El gobierno pasará a manos de quienes habían "hecho" la revolución.  Oficiales y masones formaron el nuevo gabinete, encabezado por el coronel Evaristo San Miguel, jefe de la milicia y del "batallón sagrado" durante las jornadas de julio.
¿Intentaba Fernando VII, dando el poder a la facción exaltada del liberalismo, crear una situación interna que diera lugar a una injerencia o intervención extranjera, para entonces ya apalabrada?   Quizás...
La existencia armada de una contrarrevolución, apoyada por las armas extranjeras, radicalizará las posturas liberales en su intento de destruir por entero la sociedad estamental.
Cada vez era más sonora la invasión militar extranjera, lo que justificaba una reacción patriótica defensiva, al estilo de los jacobinos franceses.  Romero Alpuente imitaba el lenguaje jacobino de la Gran Revolución y, como líder de los "sans-coulotte" patrios, recordaba las 14.000 personas ejecutadas en una sola noche en el septiembre revolucionario francés.
Pero en España no se pasó de ejecutar a un par de miembros de la Guardia y al famoso general Elio.  El nuevo gobierno quería hacer frente a la ignorancia,pobreza, influjo del clero e intrigas extranjeras.  Las realizaciones produjeron choques que dieron con la expatriación de cierto número  de obispos y la ruptura de relaciones con el Vaticano.  Por vez primera hubo gritos ante palacio de "Muerte al rey", "muera el tirano".  La situación de Fernando VII fue similar en algún momento a la de Luis XVI.  La invasión francesa era inminente, y el rey fue obligado a abandonar Madrid y emprender camino hacia Andalucía (por si las moscas).
Las partidas absolutistas constituían un peligro, aunque no una amenaza política.  El manteniminento de estas partidas en el campo no constituía un fenómeno puramente político de oposición a la cautividad del monarca, ya que la gestión financiera y la orientación dada por las Cortes al problema agrario, lo mismo que la acción propagandística de los eclesiásticos, fueron factores a tenerse en cuenta a la hora de explicarse la aparición y el mantenimiento de las partidas realistas.  También estarán en conexión con las dificultades económicas de esto tres inauditos años.
Los exiliados absolutistas presionaron desde la frontera pirenaica, bien solicitando la ayuda gala, bien lanzando manifiestos legitimistas, revelando una evidente nostalgia del antiguo régimen y reflejando el trasnochamiento medieval, digno de repudio de los textos doctrinales de Donoso Cortés.
En Navarra y Catalunya, los absolutistas siguen practicando la guerra de guerrillas sin resultados decisivos y empeorando la situación material de la población, hecho que a su vez sirve para alimentar la misma guera que la produce.
Romagosa, el Trapense, Abadals y Miralles conquistaron la Seo de Urgel, donde crearon una "junta superior provincial de Cataluña".  Posteriormente dispondrán de una franja de terreno entre Balaguer, Cervera, Manresa, Vich, Figueras y los Pirineos, y contarán los realistas con unas fuerzas estimadas entre los 12.000 y los 16.000 hombres.
Con la aparición de la Regencia de Urgel, el absolutismo fijaba sus objetivos políticos y colocaba al gobierno constitucional en una difícil coyuntura, hasta que Mina la persiguió, desprestigió y obligó a refugiare en Francia.  La Regencia de Metaflorida entrará en crisis por su actitud legitimista, que la enajenó de las simpatías francesas, por carencia de fondos y por la propia desautorización de Fernando VII.
Los absolutistas demostraron que su radio de acción era limitado y que carecían de fuerzas para conquistar el poder, pese a esos ciento veintidós alzamientos populares que los secundaron.
Sin embargo, la invasión francesa se anunciaba ya como inminente.

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