23 may 2017

EL PRONUNCIAMIENTO DE RIEGO (I)

Habían fracasado todos los intentos revolucionarios llevados a cabo desde 1814.  Los liberales va a preparar con más cuidado una conspiración que se está gestando en Cádiz.  Desde hacía bastante tiempo estaban acantonados en los alrededores de esta ciudad unos 14.000 hombres destinados a embarcarse para las colonias americanas.  Toda esta tropa estaba descontenta, y las logias aprovecharían la oportunidad que les brindaba la repugnancia de los soldados y oficiales a ir a América para sus propios fines.
Hay otro aspecto.  Los liberales creían que la única forma de pacíficar las colonias era bajo un régimen en el que los americanos fueran libres, buen representados y no diferenciados de los españoles peninsulares.  A nadie le importaba más la recuperación de América que a los comerciantes de Cádiz o a los fabricantes de Barcelona, quienes figuraron entre los principales organizadores del movimiento revolucionario.
La burguesía mercantil gaditana ( los Istúriz, Bertrán de Lis, Montero, Díaz, etc...) arriesga sus vidas y fortunas para financiar el movimiento.  Las logias masónicas "Soberano Capítulo" y "Taller Sublime" abrigaban a los dirigentes y a los más arrojados conspiradores.  Su gran esperanza residía en la confianza que les inspiraba Enrique O'Donnell, conde de La Bisbal, general en jefe del ejército expedicionario.  O'Donnell seguía un doble juego convenciendo a los conjurados de que estaba con ellos y manifestando a la corte que si trataba con os conspiradores era para estar más al tanto de lo que tramaban.  La posición de O'Donnell comenzaba a ser crítica, y debido a la intervención de Sarsfield tuvo que decidirse, apresando a 15 oficiales conspiradores.  Este suceso es conocido como "la traición del Palmar".
Desarticulada la conjura, todo parecía perdido.  Pero no era así.  Los 15 presos seguían participando en la conjuración y a O'Donnell y a Sarsfield se les premió, al tiempo que se les alejaba del ejército expedicionario.  Alcalá Galiano, Antonio de la Vega, Mendizábal y otros seguían con sus preparativos.
El pronunciamiento se fija para los primeros días de 1820.  Riego, desde Cabezas de San Juan, partiría hacia Arcos con el doble objeto de hacer prisionero al estado mayor expedicionario; Quiroga ocuparía el puente de Zuazo para entrar en Cádiz con la ayuda de los conspiradores gaditanos; López Baños concentraría la artillería y tropas en Osuna, para luego dirigirse a Cádiz.  Un aspecto fundamental: el movimiento carecía de una orientación política; solamente pretendía derrocar a un gobierno violento y débil y asegurar los derechos de todos los ciudadanos por medio de una constitución.
El golpe fue un éxito parcial, ya que no pudieron adueñarse de Cádiz.  En torno a los muros de esta ciudad se reunieron los miles de soldados y sus jefes: Riego, Quiroga, López Baños, Arco Agüero, Evaristo San Miguel, Fernando Miranda.
El 7 de enero Quiroga enviaba a Fernando VII una carta, en nombre del ejército, diciéndole que se habían levantado para resucitar la Constitución de España y

"decidir que es la Nación legítimamente representada quien tiene sólo el derecho de darse las leyes a sí misma, he aquí lo que les inspiraba el ardor más puro y los acentos del entusiasmo más sublime.  Las Luces de la Europa no permiten ya, Señor, que las naciones sean gobernadas como posesiones absolutas de los reyes.  Los pueblos exigen instituciones diferentes y el gobierno representativo es el que parece más análogo a las vastas sociedades cuyos individuos no pueden materialmente congregare todos para promulgar leyes.  Es el gobierno que las naciones sabias adoptaron, el gobierno que todos apetecen, el gobierno cuya posesión ha costado tanta sangre y del que no hay pueblo más digno que el de España".

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